Levántate y ve a Nínive, aquella gran
ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí.
Y Jonás se levantó para huir de la
presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía
para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis,
lejos de la presencia de Jehová.
Pero Jehová hizo levantar un gran viento en
el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría
la nave. Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y
echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos.
Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a
dormir"(Jonás 1.1-7).
Se nos dice que el profeta Jonás compró un boleto para huir a Tarsis en un intento por escapar de la presencia de Dios, y de ese modo evitar la tarea que Él le había dado. Es probable que ninguno de nosotros reservara un pasaje de avión para ir a un país lejano intentando escapar de la presencia de Dios. Sin embargo, personas que aman a Dios, algunas veces, tratan de huir de Él de muchas maneras diferentes, y terminan teniendo la misma experiencia que tuvo Jonás.
Mientras huía de su Señor, el profeta olvidó
cosas que todos debemos recordar. Primero, pensó que huir de Dios le evitaría
tener que obedecer. Nunca imaginó cuán persistente puede ser el Señor cuando
nos llama a un lugar de destino.
Hasta, que Jonás descubrió que es imposible huir
de Dios. Él nos persigue, aun hasta las profundidades del mar para
conformarnos a su voluntad y a su plan para nuestras vidas. Dios simplemente no
se verá impedido por nuestra desobediencia.
Jonás había olvidado también la verdad de que la
dirección de la desobediencia es siempre hacia abajo. La Biblia nos dice que el
profeta descendió inicialmente a Jope. Allí encontró una nave y se introdujo en
el fondo de la misma, y antes de que se diera cuenta estaba en lo profundo del
mar, e incluso había descendido a los cimientos de los montes. Es lo que pasa
en la vida de muchos Siervos de Dios que están en desobediencia cada día se
hunden mas, y peor que muchos no se da cuenta de eso, como el profeta que, que
se dio cuenta apenas cuando estaba en el fondo del mar.
Cuando se huye de Dios, no hay lugar donde esconderse,
ni siquiera en el fondo del mar. Toda nuestra vida es siempre visible para el
Señor. Así que, en vez de tratar de huir de su presencia, acéptela con alegría
y obediencia. A veces, las personas que tratan de huir de Dios están actuando
por pura soberbia, parece que creemos saber lo que es mejor para nosotros, sin
importar lo que Dios piense o diga. A veces, nos negamos a obedecer por temor:
nos da miedo fracasar; nos preocupa que los demás puedan criticar nuestros
esfuerzos; o quizás tememos que la obediencia pueda exigir demasiado sacrificio.
Pero, no importa la razón, muchas veces no somos capaces de imaginar lo costoso
que resulta rechazar a Dios y tratar de huir de Él.
Jonás pagó un alto precio por su rebeldía. No solo
experimentó la vergüenza, el terror y el sentimiento de culpabilidad, sino que
además puso en peligro la vida de hombres inocentes a pesar de esta
realidad, también es cierto que Dios es perdonador; Él da una segunda,
una tercera, en realidad, muchísimas oportunidades, Él dio una oportunidad para
Jonás, y también dará a usted. Así que quédese atento.
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