lunes, 30 de junio de 2014

Él es la roca.




"Porque el nombre del Señor proclamaré. Engrandeced a nuestro Dios. El es la Roca..."   Deuteronomio 32:3-4
  
Moisés, quien había experimentado al Señor como la fortaleza más segura en las pruebas y aflicciones más pesadas por las cuales pasó, testifica, delante del pueblo de Israel, al final de su vida: "El es la Roca." En toda la Biblia, Jesucristo se revela como "la Roca de la eternidad", como la fortaleza confiable. ¿Crees tú que El es tu roca también? ¿O vives lejos de Cristo, lejos de la fortaleza confiable para todos los que creen, precisamente hoy día en que la necesidad de seguridad aumenta cada vez en mayor escala?
Todos tenemos el deseo de estar seguros, protegidos y abrigados, por lo cual buscamos eso, aunque muchas veces no lo hacemos en el lugar adecuado, en aquel lugar donde podemos encontrarlo todo en abundancia, o sea en la única Roca eterna: Jesucristo. ¿Cómo se llama el fundamento sobre el cual edificaste tu vida? El fundamento de nuestra vida determina la victoria o la derrota diaria, y es decisivo para la eternidad.
El factor determinante no es aquello que somos en nosotros mismos, sino la roca sólida sobre la cual estamos edificados y fundamentados. Coloca tus pies sobre esta "Roca de salvación." Fundamenta y construye la casa de tu vida nuevamente, o por primera vez, sobre Jesucristo, la Roca eterna. 

                       

jueves, 26 de junio de 2014

Estudio del Apocalipsis 5 (parte 2)




Las setenta semanas de Daniel 
  
Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador. (Dn 9:24-27)
En esta profecía Dios reveló a Daniel el plan que había diseñado para Israel. Este periodo de tiempo es de setenta semanas y está dividido  en tres periodos menores: 1)- un periodo de siete semanas; 2)- un periodo de sesenta y dos semanas y 3)- un periodo final de una semana. 
Esta profecía de Daniel en cuanto a Israel y la ciudad Santa es decisiva para los últimos tiempos. Aquí la palabra traducida “semanas” significa una unidad de siete años. Por lo tanto, “setenta semanas” es un periodo de cuatrocientos noventa años. 
Daniel 9:25, nos dice que estos cuatrocientos noventa años se encuentran divididos en tres agrupaciones que debemos entender el elemento del tiempo. 
1)- Siete semanas de años es igual a cuarenta y nueve años. Habrá siete semanas [cuarenta y nueve años] desde la promulgación del decreto que ordena la reconstrucción de Jerusalén. Un estudio de la historia judía nos revela que a partir del decreto de Ciro, a los judíos les llevo bajo la orden conducción de Esdras y de Nehemías, cuarenta y nueve años completar la reconstrucción de las paredes de la ciudad de Jerusalén. De esta manera, tenemos la primera unidad que se predijo. 
2)- Setenta y dos semanas. (En las traducciones más antiguas) de años es igual  a cuatrocientos treinta y cuatro años, que se describen como sesenta y dos semanas, serían “tiempos angustiosos” y en realidad esta predicción fuera correcta. Fue un periodo de silencio de parte de adiós hasta que Juan el Bautista apareció  en escena. Fue un tiempo de debilidad en Israel que culminó con la dominación Romana en los tiempos de Cristo. Se predijo que este periodo terminaría cuando “se quitara la vida al Mesías”. Así vemos que este segundo periodo de tiempo se extiende desde la reconstrucción del templo hasta la crucifixión de Jesús, un total de cuatrocientos treinta y cuatro años. Es imposible verificar con exactitud las fechas, ya que los Medos y Persas eran historiadores que se destacaban como pobres. La mejor evidencia que tenemos son las profecías cumplidas. 
3)- Una semana es igual a siete años. Daniel 9:27, predice que él (futuro gobernante) o el anticristo que pertenecerá al pueblo que va destruir a Jerusalén, hará un pacto con Israel por una semana. Este pacto que abarcará siete años, no se ha hecho desde la crucifixión de Jesús, pero se hará en los días del anticristo. Aún que lo quebrantará a la mitad de los siete años, aún así formará parte del periodo de tiempo que Gabriel predijo que sería decretado “sobre su pueblo y sobre la cuidad Santa”.  La última semana, serán los siete años de la tribulación.

Estudio del Apocalipsis 5 (parte 1)




“Y vi en la mano derecha del que estaba en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos”. Apocalipsis 5:1

Da la impresión de que Juan, después de ver el trono de Dios, fija su atención en un objeto que adiós tiene en la mano, un “libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. Aún que la versión Reina-Valera usa la palabra “libro”, debemos recordar que en la época de Juan no existían libros de tapa dura, como lo tenemos hoy. En aquellos días, como en los del Antiguo Testamento, todos los libros eran rollos de papiro o de piel. Este rollo tiene tres características: en primer lugar, se encontraba en la mano derecha de Dios; en segundo, estaba escrito de ambos lados; y en tercer lugar, estaba sellado con siete sellos.
Alguien comentó: “ El pequeño libro que se menciona en Apocalipsis, con los siete sellos, en la mano derecha del que estaba sentado en el trono, contiene el secreto del capítulo que sigue y es la llave que abre todo el libro de Apocalipsis”. No caben dudas que este  rollo (libro) es importante, tal como lo determinan los sucesos que siguen. En esencia, esa es la escena en el cielo. En realidad, el rollo con los siete sellos es el título de propiedad de la tierra. Dios se lo dio a Adán y él lo perdió a causa del pecado y se lo dio a Satanás; es por eso que Satanás controla el mundo desde los días de Adán hasta lo gloriosa venida de Jesús. Juan llora porque sabe que este rollo representa el título de propiedad de la tierra y que mientras permanezca sellado, Satanás seguirá teniendo el control sobre la tierra.  

El periodo de la gran tribulación

En el cielo se abre un sello y en la tierra aparece un jinete. Cada vez que abre un sello en cielo en la tierra comienza una tragedia. Al romperse el primero sello y al que al aparecer el primer jinete de Apocalipsis, comienza el  temido periodo de tiempo conocido como la tribulación.
Este lapso de siete años de historia futura, descrito en los capítulos 6:1 - 19:21, será el tiempo más oscuro que jamás de conoció. La tribulación es uno de los periodos más importantes del trato de Dios con la humanidad y ocupa un lugar muy prominente en su plan profético. Se le dedica más espacio a este pequeño periodo de siete años que a cualquier otro lapso similar en la Biblia. Se menciona más de cincuenta veces en el Antiguo Testamento con expresiones como:“ gran calamidad”,“ el día de la ira”, “el día de la ira del Señor”, “la angustia de Jacob”,“ el día de la venganza de nuestro Dios”, “tiempo de prueba” y el “día del Señor.”
En todos los casos se refiere a la nación de Israel. En el Nuevo Testamento existen más de una docena de referencias a este periodo, la que más se conoce, y la que da el nombre oficial, es la  declaración del Señor Jesús cuando habla de la “tribulación ” en su discurso en el Monte de los Olivos (Mateo 24:21), refriéndose a la segunda mitad de este periodo de siete años, tiempo de angustia como el mundo nunca lo conoció, no habrá jamás, la Biblia lo traduce correctamente  ojo un tiempo de “gran tribulación”, como no se ha habido en toda la historia. Escapar de este periodo mediante arrebatamiento  previo a la tribulación es una de las razones por las cuales a este suceso se le llama “la bendita esperanza”. Para comprender el periodo de la tribulación tal como se describe en el libro de Apocalipsis, se debe entender que es un día muy especial en el plan de Dios para su nación de Israel. Para verlo con claridad, debemos volvernos al libro  del profeta Daniel y examinar las setenta semanas de Daniel. 

Estudio del Apocalipsis 4 (parte 4)




 Los veinticuatro ancianos 

Los ancianos en el cielo representan a todo sacerdocio celestial, es decir, a todos los redimidos que murieron, o que estén con vida cuando el Señor Jesús regrese. En la visión  no se les vio como una multitudinaria de millones de adoradores salvos, sino como a veinticuatro ancianos, simbolizando a toda a compañía, la iglesia de la era actual y los santos del Antiguo Testamento están incluidos por igual. Todos son sacerdotes, todos adoran. Había doce patriarcas en Israel y doce apóstoles, juntos suman veinticuatro.  Además, estas personas no son ángeles, son personas redimidas que vencieron el conflicto con Satanás y con mundo, ya que tienen las coronas de la victoria en sus frentes. Nunca se dijo que se coronó a los ángeles y ellos tampoco conocieron la redención. La palabra “anciano” significa líder, en efecto es un título que indica rango, esta palabra se usa hablando de los pastores y de los líderes de la iglesia para indicar liderazgo. Estos ancianos son hombres que representan las doce tribus de Israel y los doce apóstoles, que representan la iglesia.  

Las señales del juicio

“Y del trono salían relámpagos, truenos y voces” 
Aquí se mencionan tres cosas: « relámpagos », « truenos » y « voces », todos provenientes del trono de Dios. Desde los tiempos más remotos, los relámpagos y los truenos se asocian al concepto de juicio; por lo tanto, llegamos a la conclusión de que, como provienen del trono de Dios, son un preludio del juicio que está a punto de caer sobre la tierra. Debiéramos recordar que los juicios de la tribulación provienen del trono de Dios. 
Los siete espíritus de Dios
“Y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios”
Estas siete lámparas de fuego que ardían, se definen como los siete espíritus de Dios. « Los siete espíritus » no quiere decir que sean siete espíritus diferentes, sino que son las siete características del Espíritu Santo. Por lo tanto, cuando somos llenos del Espíritu Santo, además del fruto del Espíritu que encontramos en Gálatas 5:22, debiéramos esperar que se manifiesten estas características: sabiduría, consejo, poder, conocimiento y temor de Dios.
Un mar de vidrio
“Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal”
Esta descripción del mar en el cielo y alrededor del trono sugiere la calma y la tranquilidad que hay allí, en contraste con  la confusión y la agitación terrenal que acaban de dejar los santos mártires.  

Los cuatro seres vivientes

“Y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás”
Estos cuatro seres vivientes son serafines, los cuales Isaías describe en su visión del trono de Dios (Isaías 6:1-3).  Los serafines son seres angelicales de un rango superior.  Su título quiere decir (literalmente ardientes) pudiera significar su pureza como quienes sirven a Dios alrededor de su trono.  Reflejaba la gloria de Dios de tal manera que parecían estar ardiendo.

Estudio del Apocalipsis 4 (parte 3)




La gloria de la segunda venida no puede suceder hoy

Muchos siervos de Dios podrán sentirse impactados al enterarse de que la segunda venida de Jesús para establecer su reino no puede suceder ahora, ni mañana. En realidad la Gloriosa venida de Jesús no puede ocurrir por lo menos antes de siete años. Esta venida que puede suceder a cualquier momento, es apenas para la Iglesia compuesta por los verdaderos siervos de Dios de todas las partes del mundo, que recibieron al Señor Jesús personalmente mediante la fe. Los pasajes relacionados con la venida del Señor Jesús que parecen contradictorias se armonizan cuando vemos que algunos son exclusivos para su iglesia y otros incluyen a todo el mundo. 
El rapto de iglesia puede tener lugar en cualquier momento
Muchos de los textos citados que hablan del rapto de la iglesia enseñan una inminente venida del Señor Jesús. Eso significa que puede venir en cualquier momento  sin aviso previo. Tomemos por ejemplo, una de las primeras enseñanzas acerca del rapto: “... porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera. (1 Tesalonicenses 1:9-10)
Estos cristianos de Tesalónica no estaban sentados esperando la venida de Jesús, sino que servían “al Dios vivo y verdadero”, en una actitudes de confianza esperando “del cielo a Jesús, su Hijo”. Así debiera ser, porque puede suceder a cualquier momento, o puede pasar una generación más.  
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de éstas. Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.” (Apocalipsis 4:1-2)
Allá en lo alto, en alguna parte del universo, existe un trono, el trono de Dios. Este trono, que se describe en el pasaje anterior, nos da una fugaz visión del cielo de Dios. 
La Biblia nos enseña que hay tres cielos. 
El primero es el atmosférico, el segundo es el estelar, conocido como universo, el tercero, es donde Juan fue llevado, ese es el cielo de Dios, también conocido como tercer cielo. 

El trono de Dios 

El objeto central del cielo es el trono de Dios, que se menciona dieciocho veces en los capítulos 4-5. Parece un punto fijo, alrededor del cual se mueve y se relaciona con todo lo que hay en cielo.  Se considera al trono de Dios como el centro fijo de todo el universo, el punto de referencia inmóvil. Así cómo la estrella del norte fue la guía en rumbo de los antiguos navegantes, debido a su posición fija en el medio de las estrellas, el trono de Dios es el lugar de autoridad y el centro de su gobierno en las actividades celestiales.  
Este trono el cual todas las criaturas del cielo adoran, bien puede ser el tribunal de Cristo ante el cual campare eran todos los cristianos (Romanos 14:12, 2 Corintios 5:10), inmediatamente después del arrebatamiento para recibir sus recompensas. La persona que estaba sentada ele el trono era el Señor Jesús, ya que a Dios el Padre no se puede ver (Juan 1:18, 6:46). Por lo tanto, la persona que Juan vio no era otro  que el único miembro de la Santísima Trinidad que se puede ver, el Señor Jesucristo.  

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