¿A dónde o a quien acudimos en tiempos de necesidad?
Quizá vamos a un rincón en
nuestra casa en el cual podamos estar a solas; quizás llamemos a un familiar
o a un amigo, o asumamos una actitud y conductas que nos confortan al instante,
pero que más adelante nos harán sentir culpables. Quisiera hablar acerca
de un lugar donde sus necesidades serán siempre satisfechas. Hebreos 4:16
declara: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para
alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro". Al buscar
a Dios con nuestros problemas podemos estar seguros de que Él suplirá nuestras
necesidades más profundas y nos indicará como hacer frente a toda circunstancia
de la vida.
A veces nosotros sabemos
precisamente porque orar, en otras, no estamos muy seguros. La lectura de la
Biblia nos revela nuestros pensamientos inquietantes, actitudes secretas, y
congojas personales, así como la perspectiva de Dios al respeto.
Jesús, nuestro sumo sacerdote ante el trono de Dios
En el antiguo testamento leemos
que solo el sumo sacerdote podía entrar una vez por al año al lugar Santísimo
tras haber ofrecido un sacrificio para pagar el precio por el pecado del
pueblo. Cuando Jesús murió en la cruz, Él fue quien abrió el camino para que el
ser humano pudiera tener una relación personal con Dios, y en la actualidad el
sigue siendo nuestro sumo sacerdote, el único mediador entre Dios y el hombre,
para quien lo han aceptado como su Salvador. Por todo eso, quienes lo rechazan
no tienen el privilegio de acercarse al Padre con sus necesidades, mucho menos
con toda confianza en que serán escuchados. Por supuesto que ellos podrán experimentar
lo que parece contestación de sus oraciones, pero Dios no promete contestar las
peticiones de aquellos que rehúsan aceptar su oferta de salvación.
Jesús se compadece de nuestras necesidades
Nuestro Señor conoció todo lo que
implica en ser humano, y experimentó lo que es tentación, no solo estando en el
desierto, sino durante toda su vida terrenal. Él fue tentado en todo y es
Poderoso para socorrer los que son tentados, también fue sometido a dolores,
repudio, soledad, burla, desprecio y a llevar sobre sí todo el peso del pecado.
Por eso, no importa cuál sea nuestro dolor, sufrimiento, aflicción, o
tentación, Él sabe exactamente lo que sentimos en todas nuestras malas
experiencias.
Podemos acercarnos al trono de la
gracia de Dios con toda confianza solo si hemos aceptado sus dones de gracia y
misericordia y así, desfrutar de una relación íntima con Él y la oportunidad de
tener vida eterna. Dios está listo para ayudarnos en cualquier momento que lo
necesitemos.
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