“Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:
Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!
Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.
Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” ( Apocalipsis).
La última Iglesia es la que más nos desilusiona, esta es entre las siete, la única que está en completa apostasía. Laodicea estaba a orillas de un río y en la intersección de tres grandes carreteras que atravesaban Asia Menor. Como no podría ser de otra manera pronto se convirtió en un importante centro comercial y administrativo. A esta Iglesia no se le acusaba ni de inmoralidad, ni de idolatría, no hubo ni asomos de persecución a esta Iglesia, fue condenada terriblemente por el orgullo y el engreimiento de los elementos paganos en el seno de la Iglesia, de modo que estaba prácticamente desprovista de toda comunión con el Señor Jesús. Era una ciudad rica y quedaba a unos 80kms de Éfeso, impregnada de la cultura griega.
La era Iglesia de Laodicea
Debiéramos tener en cuenta, que las tres primeras eras de la Iglesia se diferencian de estas cuatro últimas. La era de la Iglesia de Laodicea comenzó alrededor de 1900 y aumentó en intensidad a pasos agigantados, a Laodicea bien pudiera llamársela “la Iglesia ecuménica apóstata “que está ganando popularidad en este mismo momento.
El elogio de Cristo a Laodicea
La Iglesia de Laodicea tiene la característica especial, si es que podemos decir así, de ser la única cuya conducta era tan reprochable, que ni el Señor Jesús que la conocía a fondo pudo encontrar una sola cosa que fuera digna de elogio. Era una Iglesia indecisa, indiferente, sumida en una profunda pobreza espiritual. Los cristianos de esta Iglesia pensaban que estaban bien, pero Jesús les dijo que no había nada que estuviese bien. El Señor Jesucristo tenía una opinión notablemente diferente de los laodicenses de la que ellos tenían de sí mismos. Jesús no veía nada, absolutamente nada bueno, ellos creían que habían alcanzado la cima del mundo. El Señor Jesús sabía que ellos tenían graves problemas, no podían verse a sí mismos como realmente eran, Él ve más allá de su fingimiento y les hace una radiografía espiritual.
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