El elogio que nuestro Señor le hace a Pérgamo, tal como lo encontramos en el versículo 13, se divide en tres categorías:
1)- “Y donde moras, donde está el trono de Satanás.” Ya vimos la naturaleza perversa de esta ciudad adonde Satanás tenía su cuartel general, que más tarde se trasladó a Roma. Desde allí, Satanás dirigía los asuntos de su reino mundial, pervirtiendo las almas de los seres humanos. A través de los emperadores romanos, como ya vimos, Satanás aprendió durante los tres primeros siglos que, atacando a los cristianos nunca los conquistaría, por lo tanto cambió su enfoque durante el período de Pérgamo, adoptando el de la indulgencia.
2)- “Pero retiene mi nombre.” No se puede lanzar una crítica en contra de la doctrina de esta Iglesia, o de la esta era de Iglesia, porque eran puros en su fe. Pero pecaron asimilando las ceremonias del paganismo apoyándolas luego con doctrinas artificiales de naturaleza ajena a las Sagradas Escrituras que contaminaron las verdaderas doctrinas de la Iglesia. Lo cierto es que la era de Pérgamo produjo muchos líderes sobresalientes, fue durante este período que se presentó la controversia Arriana en el Concilio de Nicea, en el año de 325 d.c., Arrió y sus seguidores negaban la deidad del Señor Jesús.
En realidad, el concepto que tenían de Cristo se parecía mucho al de los Testigos de Jehová de nuestros días: Cristo era el ser creado más grande, pero no era como el Padre. En este concilio, presidido por el mismo Constantino, este asunto inspiró acalorados debates. Debe ser raro para un líder del gobierno presidir una asamblea cristiana, mientras que al mismo tiempo llevaban el titulo de emperadores, a saber, sumos sacerdotes de las religiones paganas.
3)- “Y no has negado mi fe.” Ya hablamos en gran parte de lo relacionado con la pureza doctrinal de esta Iglesia y de esta era eclesiástica. Los eruditos de la Biblia no saben quién es Antipas que se menciona en el versículo 13. Se da a entender que era un Siervo de Dios de la ciudad de Pérgamo que, como muchos durante el primer siglo, selló el testimonio de su fe con su propia sangre.
Condenación
La condenación de Cristo a esta Iglesia revela que, a pesar de que su doctrina era correcta, sus doctrinas prácticas eran radicales y malas. Estas falsas doctrinas caían en dos categorías principales.
“Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer cosas sacrificadas a ídolos, y a cometer fornicación.” Apocalipsis 2:14
1)- La doctrina de Balaam
“Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de balaam…” Balaam fue un falso profeta que vendió sus servicios a un rey idólatra y lo incitó a tentar Israel a que acomodara su fe a la idolatría. Por lo tanto, la doctrina Balaam se refiere a los maestros y predicadores corruptos que llevaban al pueblo a una funesta (Avenencia), con la inmoralidad, la mundanidad y las falsas ideologías, todo por causa de la superación personal o de ganancia económica. Es evidente que la Iglesia de Pérgamo tenía maestros que enseñaban que eran compatibles, la salvación por la fe y un estilo de vida inmoral. Jesús se opone a cualquiera que dentro de su Iglesia promueva una actitud tolerante hacia el pecado.
Para evaluar correctamente esta doctrina, deberíamos familiarizarnos con Números 22-31, en resumen, Balaam, tratando de conseguir unas sucias ganancias, trató de profetizar una maldición en contra de Israel. Balac, rey de Moab, tenía temor del pueblo de Israel mientras se acercaban a su tierra, contrató a Balaam para que usara su don profético contra ellos, y Balaam procuró por todos los medios hacerlo. Sin embargo, se encontró con un grave problema: ¡Dios estaba con Israel! Cada vez que abría su boca para maldecirles, le salía una bendición. Al fin, desesperado, le sugirió a Balac la Idea de incitar a los israelitas a que hicieran una alianza con los moabitas, que se les permitiera casarse con ellos; Así encontramos el cumplimiento de lo que se relata en Apocalipsis 2:14, “Balaam que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel… y a cometer fornicación.” Ante la sugerencia de Balaam los israelitas se mesclaron en matrimonio con los moabitas, en contra de la voluntad de Dios. De esta manera la gente se contaminó social y espiritualmente. La única manera de tratar con el paganismo y falsas doctrinas es condenarlas y extirparlas desde la raíz. El consejo de Pablo a la Iglesia de Colosas Colosenses 2:6-8, es el más apropiado en tales casos. Esto era típico en la Iglesia de Pérgamo, a pesar que los miembros eran fieles ala nombre de Cristo, y mantenían la fe respetando la doctrina, no se apartaban del mundo, sino que se aliaron con el paganismo.
Como vimos el paganismo pronto dominó la situación, ¡como siempre lo hace! Lo único momento que los cristianos tuvieron el poder ilimitado del Espíritu Santo a su disposición fue cuando fueron obedientes a la voluntad de Dios. Cuando desobedecen a Dios y hacen alianzas con el mundo, comienzan a entrar en un estado de falta de poder, en el cual se enredan y terminan encontrando la ruina. Una ilustración de este estado de homogeneidad que infiltró en la Iglesia, que aquí se llama la doctrina de Balaam, que se ve en una moneda que en la actualidad se encuentra en el museo de Londres, acuñada durante los días de Constantino, en una de las caras hay emblemas cristianos y en la otra emblemas de dioses paganos. Alguna tradición primitiva sugiere que cuando se les dieron a las Iglesias cristianas las grandes basílicas paganas para que se reunieran allí satisfaciendo al emperador, se sacaron con un cincel los nombres que se encontraban sobre los ídolos paganos y en su lugar se escribieron nombres de santos cristianos. Sea cierto o no, si la Iglesia de hoy rastrea su origen hasta llegar a Roma, encuentra evidencias de que en algún lugar de su historia se infiltraron el paganismo y la idolatría.
Continúa....
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