A partir del capítulo cuatro comienza la parte
profética de Apocalipsis, “Te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
Esta declaración marca un claro cambio en el libro. El mensaje de Cristo a las
siete iglesias está completo. Ahora se refiere a lo que ocurrirá luego del
tiempo de las siete iglesias, el período de la tribulación de siete años. Sin
embargo, primero se nos muestra una escena en el cielo. Es importante que
analicemos el contexto de cada pasaje para determinar si se describe un evento
en el cielo o en la tierra.
Juan es llamado al cielo por una voz de trompeta,
de la misma manera como la iglesia oirá una palabra de orden tal como: “y la
primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: sube acá...”
No fue coincidencia que lo primero que sucedió
después que Juan describiera a las siete iglesias (que vimos, no representan
sólo el mensaje a cada iglesia en particular, sino también a los siete periodos
de la historia de la iglesia) antes de ascender a los cielos. Como Juan
era el último apóstol que quedaba y era miembro de la iglesia universal, su
elevación a los cielos es una figura del rapto de la iglesia antes de que
comience la tribulación.
Todos saben que Dios está en el cielo, Jesús
ascendió a los cielos adonde se encuentra sentado a la diestra de Dios. Pablo
nos dice que al morir, su espíritu y su alma “partirían para estar con Cristo”.
Por lo tanto, es indudable que cuando un nacido de Dios muere, su alma y su
espíritu van a estar con Cristo en la casa del Padre, es decir, se van al
cielo.
Es por eso que ubicamos al rapto a esta altura en
el devenir de los acontecimientos del libro de Apocalipsis.
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