El Fuego fue el elemento más utilizado en la Biblia
para revelar a Dios y su naturaleza, y revelar también aquellos que viven por
la fe. El fuego calienta, ilumina, purifica, el fuego se propaga:
Fue con fuego que el pacto con Abraham fue sellado.
Fue a través de una zarza que no se consumía en el
fuego, que Dios apareció para Moisés.
Fue con fuego que Elías probó que el Señor era
Dios.
También Elías fue llevado al cielo en un carro de
fuego.
El fuego del altar no podía apagarse.
Fue con fuego que el Templo fue consagrado.
Jesús bautiza con el Espíritu Santo y con fuego.
Lenguas como de fuego de fuego apareció en el
cenáculo, en el día de Pentecostés.
El elemento más usado en Templo era el aceite,
porque era el combustible para el fuego.
Cuando una persona está en la fe, decimos que ella
está encendida, y cuando no está en la fe decimos que está apagada. Pero
después de todo, ¿Por qué tiene que estar encendida? ¿Y que se necesita para
encenderse?
El criterio usado por Dios para encender los
Trescientos de Gedeón, fue darles una trompeta y un cántaro. ¿Y cuál el
uso de de estos elementos en una guerra?
La trompeta es un instrumento de viento, para usar
es necesario llenar los pulmones de aire, simboliza el grito, el clamor, uno
apenas clama a Dios cuando llega en el límite del sufrimiento. Quien quiere
encenderse y dejar de hablar de los problemas, tiene que dejar de orar y
aprender a clamar.
El Cántaro representaba la vida del soldado, pues
era usado para llevar agua para la batalla, y en caso de los Trescientos, Dios
mando llevar fuego y no agua. El Fuego en el cántaro representaba la victoria
que estaba dentro de ellos. Pero era necesario un cosa manifestar la
indignación que es el combustible del fuego de Dios, para que la victoria
se revele.
El pueblo en la época de Gedeón estaba
apagado, por esta razón, no tenía fuerzas para resistir a sus enemigos.
Llevo siete años hablando de derrotas, de los mismos problemas, hasta que
finalmente Dios encontró trescientos hombres encendidos con el fuego de la indignación.
Así es en la iglesia hay personas que hablan de
derrotas, y otras que hablan de victoria. ¿Y usted de que ha hablado?
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