"He aquí, yo
enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la
ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto". Lucas
24:49
La salvación se produce cuando ponemos la fe en Jesús como nuestro
Salvador; Él nos perdona, nos transforma y nos ve como justos. En ese momento,
somos redimidos, y aunque seguimos luchando con el pecado, éste es un enemigo
derrotado. Luego, a medida que pasa el tiempo, nuestro servicio, nuestros dones
y el amor al Señor deben, naturalmente, ser mayores.
Lamentablemente, muchos personas que van a la iglesia cada semana,
sirven sin pasión y dejan de crecer. ¿Cómo es posible tal cosa?
Desgraciadamente, muchas personas no están conscientes de la importancia del
Espíritu de Dios.
El Espíritu Santo es un regalo para cada hijo de Dios. Su
presencia en nosotros no es algo que tenemos que ganar o conquistar. Más bien,
es un maravilloso privilegio; por morar en nuestro corazón, Él puede guiar y fortalecer,
mantener alejado al siervo de Dios del peligro, y conducirlo a la verdad (Jn
16.7, 8). La Biblia nos dice que Jesús vino para que pudiéramos tener una vida
abundante (Jn 10.10). Esto solo es posible cuando escuchamos su Espíritu y
obedecemos.
¿Está usted teniendo la vida abundante que Jesús prometió? Él no
estaba hablando de circunstancias felices solamente, sino más bien del gozo y
el contentamiento que son posibles por medio de una relación personal con Él.
Si usted tiene falta de esto, piense en cómo concibe al Espíritu Santo y ore
pidiendo su dirección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario