2)- La doctrina de los
nicolaítas
“Y también tienes a los que
retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco”. Ya
examinamos la doctrina de los nicolaítas al referirnos a la Iglesia de Éfeso,
aun que esta Iglesia y era apostólica rechazó esta herejía. Sin embargo,
Pérgamo y la indulgente era de Pérgamo la aceptaron. El nicolaísmo es la
doctrina de una fuerte herejía eclesiástica que gobierna sobre los laicos, no
se les daba voz ni voto en los asuntos de la Iglesia, sino que se les requería
que obedecieran ciegamente los decretos del clero. Entonces de forma gradual,
el clero pareció inclinarse a un tipo de existencia poco práctica, encerrados
en una torre, que los separaba más y más del pueblo. Cada vez que el clero
pierde el contacto con la gente, deja de ser una herramienta efectiva en las
manos de Dios.
En esta era moderna, el trabajo
administrativo de la Iglesia y la promoción del cristianismo muchas veces
demandan tanto tiempo y esfuerzo del Pastor que no le permiten dedicar tiempo a
encontrarse con los perdidos cara a cara. Aun que un ministro fiel debe, “Escudriñar
las Escrituras,” para poder predicar la Palabra de Dios, su obra
siempre debe ser sazonada con el consejo que Pablo le da a Timoteo: “Haz
obra de evangelista” (2 Tm 4:5). Este espíritu evangelizador es más
efectivo cuando el ministro es fiel en su trato personal con los perdidos.
El Señor Jesús dio su
opinión con respecto a los sistemas jerárquicos del gobierno de la Iglesia
cuando se refirió a las doctrinas de los nicolaítas diciendo, “la que yo
aborrezco.” Esta enseñanza arruinó a más Iglesias y denominaciones que
ninguna otra.
El consejo del Señor
Jesús
El consejo que el Señor Jesús da
a la Iglesia de Pérgamo es una declaración sencilla de un principio básico de
Dios que, reducido al mínimo, dice: “Arrepiéntete; Pues sino vendré a ti
pronto, y pelearé con ellos con la espada de mi boca.”Este principio que
nunca cambió, se aplica tanto a individuos como a las Iglesias. A
menos que estemos dispuestos a arrepentirnos de nuestros pecados o
de las violaciones hechas a la Palabra de Dios, y volvamos en obediencia a
Ella, seremos juzgados por la Palabra, "La espada de dos filos.” Puede
estar seguro de esto: Si usted se negó a someterse a un principio de
la Palabra de Dios en esta vida, se enfrentará al
mismo juicio cuando esté delante del Señor Jesús en su venida. Es
mejor prestar atención a la Palabra de Dios en 1 Corintios 11:31: “Si,
pues nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados,”
garantizando así que escucharemos al maestro diciéndonos: “ Bien, buen
siervo y fiel… entra en el gozo de tu Señor” (Mateo 25:21) . en lugar de
oír su condenación.
Continúa...
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