sábado, 14 de junio de 2014

Estudio del Apocalipsis Capitulo 2 (Parte 9)

2)- La doctrina de los nicolaítas

“Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco”. Ya examinamos la doctrina de los nicolaítas al referirnos a la Iglesia de Éfeso, aun que esta Iglesia y era apostólica rechazó esta herejía. Sin embargo, Pérgamo y la indulgente era de Pérgamo la aceptaron. El nicolaísmo es la doctrina de una fuerte herejía eclesiástica que gobierna sobre los laicos, no se les daba voz ni voto en los asuntos de la Iglesia, sino que se les requería que obedecieran ciegamente los decretos del clero. Entonces de forma gradual, el clero pareció inclinarse a un tipo de existencia poco práctica, encerrados en una torre, que los separaba más y más del pueblo. Cada vez que el clero pierde el contacto con la gente, deja de ser una herramienta efectiva en las manos de Dios.
En esta era moderna, el trabajo administrativo de la Iglesia y la promoción del cristianismo muchas veces demandan tanto tiempo y esfuerzo del Pastor que no le permiten dedicar tiempo a encontrarse con los perdidos cara a cara. Aun que un ministro fiel debe, “Escudriñar las Escrituras,”  para poder predicar la Palabra de Dios, su obra siempre debe ser sazonada con el consejo que Pablo le da a Timoteo: “Haz obra de evangelista” (2 Tm 4:5). Este espíritu evangelizador es más efectivo cuando el ministro es fiel en su trato personal con los perdidos.
El  Señor Jesús dio su opinión con respecto a los sistemas jerárquicos del gobierno de la Iglesia cuando se refirió a las doctrinas de los nicolaítas diciendo, “la que yo aborrezco.” Esta enseñanza arruinó a más Iglesias y denominaciones que ninguna otra.

El consejo del Señor Jesús

El consejo que el Señor Jesús da a la Iglesia de Pérgamo es una declaración sencilla de un principio básico de Dios que, reducido al mínimo, dice: “Arrepiéntete; Pues sino vendré a ti pronto, y pelearé con ellos con la espada de mi boca.”Este principio que nunca cambió, se aplica tanto a individuos como a  las Iglesias. A menos que estemos dispuestos  a arrepentirnos de nuestros pecados o de las violaciones hechas a la Palabra de Dios, y volvamos en obediencia a Ella, seremos juzgados por la Palabra, "La espada de dos filos.” Puede estar seguro de esto: Si usted se negó a someterse a un principio de la   Palabra de Dios en esta vida, se  enfrentará al mismo  juicio cuando esté delante del Señor Jesús en su venida. Es mejor prestar atención a la Palabra de Dios en  1 Corintios 11:31: “Si, pues nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados,” garantizando así que escucharemos al maestro diciéndonos: “ Bien, buen siervo y fiel… entra en el gozo de tu Señor” (Mateo 25:21) . en lugar de oír su condenación.

                                                                                    Continúa...

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