lunes, 23 de junio de 2014

Estudio del Apocalipsis Capitulo 3 (Parte 6)

La condenación de Cristo a Laodicea

La condenación a esta Iglesia tiene dos aspectos:
1)- Son tibios. “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!”  El Señor expresa con claridad que está totalmente consciente de la condición espiritual de la Iglesia de los últimos días. No es ni “caliente” es decir, celosa de buenas obras, ni tampoco fría , es decir, sin vida, en cambio, es tibia o indiferente.¡ Que descripción de la Iglesia moderna! Toda clase de organizaciones, programas, actividades… pero nada de poder. Una Iglesia tibia es la que se acomoda al mundo y se asemeja a la sociedad que la rodea, profesa que sigue el ejemplo de Jesús, pero en realidad es miserable y digna de compasión. El Señor Jesús advierte con severidad a la Iglesia respecto al juicio que se emitirá contra la tibieza espiritual, el Señor Jesús invita sinceramente a la Iglesia para que se arrepienta y sea restaurada a un lugar de fe, justicia y comunión.
2)- Están engañados con respecto a sí mismos. “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”. Todo engaño es malo, lo que más devastador es engañarse a  sí mismo.  Podemos verlo claro mediante una simple comparación de la descripción que Laodicea hace de sí misma y la descripción que el  Señor Jesús hace de ella.

Lo que Laodicea piensa de sí misma

Hablando de sí, Laodicea dice: “Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad.” La abundancia material no conduce a la vitalidad espiritual. La Iglesia de Laodicea de hoy es “rica”. Muchas Iglesias en el día de hoy son de la mejor calidad, tienen una arquitectura fabulosa, edificios lujosos, toda una organización para recaudar fondos, una membrecía grande (aun que no consagrada) y piensan, “Yo soy rico, y me enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad,” no se dan cuenta de su estado espiritual empobrecidos; Los seres humanos pueden organizar, edificar, promover, predicar, enseñar, pero solo el Espíritu Santo puede transformar el alma humana, sólo Él puede transformar vidas. Sólo el Espíritu de Dios puede glorificar a Jesucristo ya que este dijo: “El me glorificará” (Juan 16:14). Esto nos proporciona una buena prueba para medir cualquier obra que pretenda realizar en el nombre de Jesucristo, si glorifica al hombre (pastor), no es obra del Espíritu Santo.

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